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De Vikingos y Vaqueros (Segunda Parte)

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The events depicted in this blog took place in Minnesota in 2017. 
At the request of the survivors, the names have been changed.
Out of respect for the dead, the rest has been told exactly as it occurred.

«¿Dónde estoy, y qué narices es eso?» es algo que todos nos hemos preguntado alguna vez según el despertador nos devuelve a la tierra desde el más profundo de los sueños. Golpe que, además, tu cuerpo asume francamente mal cuando apenas han pasado varias horas desde que cerraste los ojos.

No había tiempo que perder, porque como dije al final de la primera parte, nuestro vuelo a Minneapolis era prontísimo y poco después de las 4 de la mañana ya estábamos en pie para ducharnos y preparar las mochilas. La única razón por la que nos aguantábamos cualquier quejido era la esperanza de poder dormir algo durante el vuelo, que nos iba a llevar poco más de dos horas.

Pero antes de todo aquello había que llegar al aeropuerto, checkear las mochilas, pasar los controles… situaciones que ya son suficientemente molestas cuando se tiene un descanso completo, y que te hace replantearte muchas cosas en la vida cuando no.

La verdad es que todo fue rodado, habíamos reservado sitio en el shuttle gratuito que varios hoteles ponen para acercar a sus clientes al aeropuerto de Fort Worth, J checkeo su maleta online el día anterior porque se pasaba considerablemente de las medidas permitidas para la cabina, y a esas horas la cola para el control de seguridad era mínima.

Lo único que me preocupaba un poco era que no habíamos metido nuestros pasaportes en ningún campo de relleno cuando hacíamos el check-in online y la reserva parecía estar completa solo con nuestros nombres. A la hora de imprimir los billetes de embarque en el aeropuerto sí que has de utilizar el pasaporte para la identificación, y, brujería, te reconoce sin problemas. Cómo es la tecnología hoy en día eh… y qué bien funciona lo de tenernos controladitos. Un saludo a la CIA y NSA, fieles lectores de Monday Night Blog, y de todo en general.

Haciendo tiempo en la puerta de embarque, me dio por acercarme a una de las tiendas del duty-free y pude ver bastante merchandise de la Universidad de Texas, «mi» equipo de College. Muy entrecomillado ésto último porque el College es algo en lo que no me he metido de lleno aún, pero claro, hay que apoyar a los tejanos.
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A una camiseta que reza «We are Texas» con el logo Longhorn, añadí algo que siempre he querido tener: un sombrero vaquero. Me he probado varios durante mi vida, pero siempre he tenido claro que solo había un sitio en el que podía comprármelo: Texas, y a ser posible, Dallas. Aquí me tenéis. Sombrero que, por cierto, llevé puesto a Wembley para el primer partido del año en el Reino Unido, nada de dejarlo cojiendo polvo en casa.

El avión que Delta tenía preparado era el más pequeño entre todos en los que había volado antes, lo cual se hace raro en un principio; desde el sonido de los motores al espacio en el interior, todo es distinto. Cuando superamos el «cotorreo» de las señoritas que teníamos delante, porque vaya paliza iban dando, tanto J como yo nos dormimos durante más o menos la totalidad del vuelo.

Aterrizaje en St Paul’s en hora (la azafata de cabina confirmó que eran las 9:11 y J, yo y varios otros viajeros nos miramos como diciendo, «extraña y algo macabra elección de palabras a utilizar un 11 de septiembre») , ningún retraso en la recogida de equipaje, y acto seguido nos montamos en un taxi de los que allí mismo se encontraban para llevarnos al hotel, sin muchas ganas de liarnos a mirar otra opción en Uber. Aquí nos jodió un poco el hecho de que nos hiciera pagar en metálico, cuando podíamos leer una pegatina que clarísimamente decía que el pago con tarjeta era bienvenido. Su puta estampa.

En las últimas curvas hacía nuestro destino, pude ver un camión parado con una referencia a la que no pude evitar sonreír, y a la que ahora me arrepiento de no haberle sacado una foto porque no volví a verla: Fargo, ND.

Desde el día en el que reservamos el hotel en Minneapolis habíamos intentado contactar a la gerencia del mismo para preguntarles sobre la hora del check-in, que aunque estipulaba que era a las 3 de la tarde, queríamos saber si había alguna manera de  adelantarla (pagando, intuíamos) o si a unas malas podríamos dejar nuestro equipaje en la recepción para poder ir tranquilos al partido, que empezaba a las 6:10 pm.

Llegaríamos a eso de las 10 de la mañana y para nuestra sorpresa (y alegría), la habitación estaba ya lista y nos dejaron entrar de inmediato. Nos quedamos alrededor de hora y media tumbados en la cama, viendo ESPN y comiendo mierdas que compramos en una vending del hotel, algo que nos devolvió a la vida.

IMG_1754Otro shuttle bus gratuito nos acercó hasta el Mall of America, centro comercial por excelencia del estado de Minnesota, y un sitio cojonudo para resguardarse del frío… cuando hace frío, porque menuda torrada que nos acompañaba también aquí. Varias personas locales nos reconocieron que aquello era mucho calor para la época en la que estábamos, y menos mal, porque pensábamos que habíamos vivido engañados toda la vida con lo referente al tiempo en la Tierra de los 10.000 lagos.

Una de las tiendas de obligada visita aquel día era el Vikings Locker Room, la tienda oficial de la franquicia. Como sabíamos que al día siguiente tendríamos un rato tranquilos, J no se volvió muy loco comprando cosas en el gameday, y salió de allí con un nuevo jersey: el del #22, Harrison Smith.

Contento con su nueva camiseta, y siendo ya la hora de comer, nos acercamos a un restaurante dentro del Mall of America que tenía una pinta tremenda: Twin City Grill. J se comió una hamburguesa (+1 en el contador hamburguesil para él) y yo me tiré a por algo con un nombre tan apetitoso como Open-face turkey. Increíble, en mi Top 3 de todo el viaje sin duda alguna.

IMG_1013El plato era, básicamente, como cenar en Thanksgiving. Pechugaza de pavo totalmente limpia, un puré de patatas extraordinario, el relleno del pavo a un lado y la salsa de arándanos de acompañante junto con la gravy.   Como Semi-British en el que me he convertido, un buen stuffing, un buen mash y la gravy hacían que quiera que me enterraran allí mismo.

Ya con los estómagos llenos, bajamos hasta la estación de tranvía que tiene el MoA y que nos acercaba hasta el US Bank Stadium. El viaje dura como unos 40 minutos y te deja en la mismísima puerta del estadio; sencillo, barato y áltamente recomedable.

Ahora era J el que no podía estarse quieto y dejar de sacar fotos, y yo aprovechaba que pude llevar mi cámara réflex (en el AT&T podría haber tenido problemas porque mi objetivo medía exáctamente 3″, el máximo permitido, y no quise arriesgarme) y me entretuve sacando fotos a los alrededores y a J. El estadio tiene enfrente al downtown de Minneapolis, una estampa muy bonita, y que con el tiempo tan magnífico que hacía la mejoraba aún más.

Sabíamos que la carpa (llamada Vikings Longhouse) que ofrecería sombra, aire acondicionado y cervezas (¡como no!) no abría hasta un par de horas antes del partido así que nos mezclamos con la marea morada que tan feliz parecía estar haciendo a J. Entendía perfectamente por lo que estaba pasando, no hacía ni 24 horas desde mi propia experiencia indescriptible, pero sé también que para él era un poquito más especial porque no se ha visto rodeado de tanto vikingo en la vida. Dejé, pues, que andara y procesara las cosas a su ritmo.

En mis idas y venidas por la avenida que enlaza con el US Bank Stadium, y mientras sacaba fotos a varios anillos de la SuperBowl allí expuestos en vitrinas, escuché un gran alboroto y al girarme pude ver por qué la gente corría: en un carrito de golf pasaban Randy Moss y Charles Woodson, ambos trabajando ahora para la ESPN, y claro, pues allí que me fuí. El bueno de Moss iba a ser homenajeado e incluído en el anillo de honor de los Vikings aquella noche, y también haría sonar el Gjallahorn antes del kickoff.

Todo el jaleo se terminó y mientras esperábamos a que la carpa abriera, escuchamos un rato a la banda que tocaba en el Sound of the North, un escenario situado en medio de la plaza con yet another beer, que diría aquel. Nuestro contador cervecero estaba como en 1 trillón.

El Tailgate abrió oficialmente, y matamos el tiempo haciendo lo que os he comentado antes, mientras hablábamos y conocíamos a más gente. También soñábamos con otra victoria de nuestros equipos, porque ir a tu estadio mola, pero si te vas con una derrota pues como que no sabe igual. De momento estábamos 1 de 1.

No recuerdo cuanto de abusivamente antes entramos al estadio, pero fue ver las enormes puertas laterales abrirse y J se tiró para allí. Es un estadio impresionante este también, y dentro no decepciona. Tras dar una vuelta por el interior y seguir con las fotos, compramos algo para comer (en comparación con el AT&T, baratísimo) y J se gastó más dinero en merchandise. Se compró una toalla morada con la palabra SKOL escrita en amarillo que era preciosa, de hecho la vi yo, y que no me compré porque de ser así no vuelvo a entrar en casa. Pero ese es tema aparte, no seáis cotillas.

Empezó el partido tras un homenaje a las víctimas del 11-S, especialmente emotivo en aquella fecha tan señalada con el mosáico formado por cartulinas que rezaba «Never forget». Aun siendo el US Bank Stadium un estadio cerrado como es, hubo flyover, pero también es verdad que el techo es una cristalera que no imposibilita la visión, lo cual le daba aún más emoción al momento.

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El morbillo del día estaba centrado en ver cómo rendiría Adrian Peterson tras su vuelta a la que había sido su casa durante tantos años, y que por primera vez le vería sentarse en el bando visitante. No fue factor alguno en el partido, y los Vikings dominaron el juego en ambas facetas y durante todo momento.

Tengo que decir que el estadio vibraba muchísimo más que el AT&T, me lo pasé como un enano (di que cuando veo a Dallas tengo pocos momentos de descanso/disfrute porque me puede la tensión) y los terceros downs defensivos eran inmensos. En Dallas cuando más se escuchaba a la afición a duras penas se llegaban a las 112Db, mientras que en Minneapolis no bajaba de 117Db.

Cada vez que el canto de SKOL sonaba, aquello se convertía en una locura. El público aplaude por cada golpe de tambor mientras grita la palabra escandinava a pleno pulmón. Pelos como escarpias, y J, con su incapacidad para la sincronización en masa, perdido, pero entretenido.

El partido nos lo pasamos chocando, celebrando y abucheando con nuestros compañeros más cercanos, y tanto es así que la persona que tenía al lado J preguntó «Do our fellow Viking fans want a beer?», no sé si se dio cuenta que yo iba de camuflaje con Dez Bryant, pero el caso es que nos invitó a unas cervezas que costaban casi $10 cada una. No solo eso, sino que encima no nos dejó invitarle de vuelta algo más tarde.

Lo comenté tras la segunda visita a Wembley, nosotros copiamos la fórmula con nuestros vecinos en el Saints-Dolphins y les invitamos a varias en el que era su primer viaje desde Alemania para ver la NFL. Así da gusto ser  el «anfitrión».

El partido terminó con un 29-19 a favor del equipo de casa, y la vuelta desde el estadio al Mall Of America fue todo lo contrario a lo que pasamos en Dallas; en apenas una hora estabamos de vuelta en el centro comercial.

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Nuestra suerte no se detuvo ahí, y es que el shuttle hacia el hotel estaba parado en el parking, esperando unos minutos más antes de arrancar hacía su destino. Así pues, terminó la noche mágica de J, y nuestro balance de victorias se situaba en 2 de 2. Not too shabby.

A partir de aquí nada tiene relación directa con la NFL, así que añadiré algunos puntos que, creo, han merecido la pena y que han hecho el viaje más especial aún. Vamos con los extra points:

  • El martes, tras recorrernos el downtown de Minneapolis hicimos nuestra propia ruta de bares, mientras esperábamos impacientes nuestro bautizo en partidos de béisbol. Tengo que destacar una IPA con sabor a mango que, hostia, era una maravilla.
  • Aquella noche, tras una decisión dictatorial en una fantasy league en la que J y yo participamos, nuestros ánimos estaban caldeados y preparamos varios complots mientras disfrutabamos del Target Field y de los Minnessota Twins. La cuenta de @FansMLBSpain recogió alguna de las fotos que pasé en un grupo de Telegram en el que estamos comentando las jornadas. Locura de partido, 16-0 para el equipo de casa contra los Padres y 3 de 3 para nosotros. La leyenda continúa.
  • Tras el partido volvimos al Cowboy Jack’s, sports bar donde vimos unas ofertas cojonudas mientras la temporada de los Twins está activa, y sentados al lado de su toro mecánico disfrutamos de un cubo de alitas ($5) y cervezas ($3). Habéis leído bien, cubo, con un kilo de alitas. La salsa Honey garlic fue la ganadora absoluta de la noche.
  • Al día siguiente partimos hacia Chicago, ya con el coche de alquiler y con el tiempo algo justo para llegar al partido de los Cubs contra Mets, condujimos parando tan solo para comer y llegar al estadio con el partido en los primeros pitches. Noche mágica en Wrigley. Cantar el «Take me out to the ball game» a mitad de la séptima entrada fue muy especial.
  • Tras el chivatazo de Carlos, otro de los integrantes del chat en Telegram sobre MLB, busqué el puesto en el que iba a conseguir mi First Game Certificate (¡y una pegatina!), un recuerdo muy bonito que cada estadio de béisbol hace hoy en día y por el que no se ha de pagar nada. Además, en las entradas finales pudimos bajar abajo del todo y estuve en primera fila al lado de primera base, con Anthony Rizzo cerquísima.
  • Cubs Win! Las W que no dejan de ondear, el «Go Cubs Go» en megafonía ¡y yo en una nube otra vez! 4 de 4, y tras otro bañito del equipo local (17-5), seguidores de Twitter empiezan a sugerirnos ir a ver a sus equipos para romper sus malas rachas.
  • 14 de septiembre, día de ocio en Chicago que incluyen visitas al Soldier Field y gastronomía clásica, como es la Deep Pan Pizza. Vemos el TNF en un pub con mi amigo Roger (¡culpa suya es que ahora le siga a Cubs! hace un año me aficionó a esto) y terminamos viendo la segunda victoria seguida de los Cachorros desde Wrigleyville. Aproveché para comprarme esta gorra, que además estaba rebajada, y al terminar el partido comimos victory hot-dogs cortesía de las camareras.
  • A punto estuvimos de quedarnos una noche más y volver a ir a Wrigley, pero decidimos no alterar el plan inicial y seguir conduciendo con dirección a Nueva Orleans. Hicimos todo el tramo hasta Memphis de una tacada (parando a comer y respostar, claro) y ya en el hotel vimos Austin Powers 2 y Speed hasta quedarnos dormidos.
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    Bourbon Street

    Llegamos a Nueva Orleans la tarde siguiente, dejamos las cosas en el hotel (que era más un albergue que otra cosa) y nos perdímos por la ciudad. El primer rato fue un tanto extraño, la ciudad parece algo destartalada pero según te acostumbras la cosa mejora. Sobretodo de noche. ¡OH, DE NOCHE!

  • Visitamos el Mercedes-Benz Superdome y nos refugiamos del intenso calor y horrible humedad en el Walk On´s Bistreaux & Bar que me recomendó el sexy de Rog, nuestro Rog de Football Speech. Vaya sitio más chulo, que tiene a Drew Brees como uno de sus dueños. El local está ambientado con varios banners y grandes momentos de los Saints, siendo el que más me gustó un mural con Thomas Morstead a punto de chutar y la palabra «AMBUSH!» acompañándole. Punto de inflexión de aquella SuperBowl XLIV.
  • Al estar todo el mundo pendiente de LSU, que jugaba contra Mississipi State, el Walk-On´s se volvió imposible, pero nos dimos cuenta que hay uno más pequeño anexado a su hermano mayor. Encontramos mesa y allí estuvimos hasta que recibimos la llamada de nuestro GM en el curro (Packer fan), que empezaba su luna de miel en Nueva Orleans.
  • Fuímos a molestarles, y nos reunimos en el bar que nos dijeron en pleno Bourbon Street, y del que salimos finos los 4. Malditos hurricanes, o lo que fuera aquella bebida del diablo.
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    Mi carnet de conducir como referencia

    Al día siguiente la resaca era un factor importante, y J y yo pensamos que era buena idea desayunar algo de gordos y bebernos una de esas cocacolas de millones de litros. Ayudó.

  • Nuestra idea era ver toda la jornada en el Walk On´s, y eso hicimos, aunque antes de aquello nuestro jefe nos llamó para ver si le podíamos cuidar el bolso a su mujer, que habían pillado entradas para el Saints-Patriots y no sabían lo del Clear bag. En fin.
  • Tras pagar las rondas con la tarjeta de su mujer… Cumplimos con lo prometido, probamos el caimán como cocina tradicional, que por cierto está buenísimo, y aguantamos a duras penas hasta el final de la noche. El jefe, tras volver a por el bolso después de su partido, no apareció más por allí viendo la que le estaba cayendo a sus Packers contra los Falcons en su nuevo estadio.
  • En los días siguientes, visitamos más puntos de la ciudad como el aquarium (donde pudimos tocar mantas… el animal, no lo que conserva el calor y que te pones para el Netflix & Chill), y salir absolutamente encantados del WWII Museum.
  • Antes de partir hacia Houston decidimos embarcarnos en una aventura por los pantanos, y es algo que recomiendo si tenéis la oportunidad de hacerlo algún día. Parece que estás en un capítulo de True Detective, y la velocidad que alcanza el dichoso Airboat es curiosa. Nuestro guía se lanzó a las hierbas bajas para cojer un caimán de algo menos de un año, pero lo suficientemente mayor como para ser abandonado a su suerte por su madre, y dejárnoslo sujetar antes de devolverlo al agua.
  • El último día, apasionado por el espacio como ya dije que soy, no pude dejar pasar la oportunidad para ir al Johnson Space Center de Houston, propiedad de la NASA. El poder darme un paseo por el interior de un Space Shuttle (sistema de transporte espacial que me volvía loco y del que vi más de un despegue en directo desde casa) me volvío loco, y es algo que está a la altura de haber visto a los Cowboys en el AT&T.
  • Tras saltarme una alerta en el móvil por riesgo de inundacíon, pusimos rumbo al aeropuerto mucho antes de lo que preveíamos, pero es que lo último que queríamos era arriesgar nuestra vuelta a casa. El Ford Taurus terminó con 1869 millas recorridas durante nuestro alquiler.

Y hasta aquí todo lo referente a este viajazo. Espero que os haya gustado acompañarme tanto como a mi el recordarlo, quien sabe si volveré a hacer algo siquiera parecido. Ha sido un año impresionante en lo que respecta a viajes para mi, y no puedo dejar de sentirme agradecido por la oportunidad que he tenido. Gracias por leerme.

Un abrazo,

Gartzo.

BROndon Calling y demás mierdas. Segunda parte.

  • ¡Oye Bro, tengo una idea pistonuda!
  • A ver, sorpréndeme.
  • Vamos a escribir la entrada como si aquí no hubiera pasado nada, sin ninguna clase de saludo especial. ¡Así la gente no se dará cuenta de que llevamos eones sin escribir ni frostis!
  • ¡ERES UN PUTO GENIO!
  • FUCK YEAH!

Bueno, bueno, bueno, muchachotes, aquí estamos los Bros del lugar con Nuere al aparato dispuestos a seguir contandoos como fue nuestra fantabulosa aventura en tierras londinenses. Así que coge el bombín, cálzate ese monóculo y prepara a leer este texto con el mejor acento british que tengas, WANKER!

Como ya sabréis, o no, mi Bro Gartzolicious está haciendo las Américas versión moderna, que es básicamente irse a Londres a ver si encuentra curro (y ya que está, una putica que le cuide (siempre que me pase mi examen psicotécnico, claro (la putica, mi Bro lo pasa por debajo de la pata (Tengo ganas de abrir un cuarto paréntesis, que me está quedando chuli este invento (jiji (si se rie jiji la chupa (¡pues que claro que la chupo!))))) (A ver que cuente si llevo bien el número de paréntesis))). ¡TOMA MORENO, OCHO PARENTESIS, NIU WOL RÉCORD! Récord de suPnormalidad, quiero decir.

35 neuronas menos.. ¡Y BAJANDO!

35 neuronas menos.. ¡Y BAJANDO!

Por donde iba (joeee, sí que volvemos con fuerza), ah sí. Pues eso, como mi Bro ya estaba instalado en Londres, me tocaba a mí hacer el petate e irme al aeropuerto de la ciudad más bonita del mundo (Bilbao, no Londres). Iba yo con mi jersey de los Packers, a ver si veía a algún otro colgado rumbo a Londres pero nada, ni un alma. Ni siquiera chavalitas dables en el avión. Desastre. Así que llegué a Heathrow, sin mayores contratiempos, me hice un par de pajas en honor a un colega jmuy fan de los aeropuertos y puse rumbo a Fulham, donde me esperaba mi colegui de aventuras, mi luna y mis estrellas, mi compañero de Golden Gates y Eiffel Towers.

Después de enseñarme su pisito molongui donde estaba viviendo, y tomarnos una birrilla (que yo ahora soy muy macho y bebo cerveza), ya que estábamos, nos fuimos el trío vascongado a cenar con unos amiguetes míos que tengo yo en Londres. Uno de ellos, cuyo nombre no diré pues cuida mucho de su imagen en las redes sociales y aparecer en este blog puede hacer que caiga al más infecto de los barros, me había recomendado una hamburguesería en la que servían “la @BarRefaeli de las hamburguesas”. ¡ojo!

A ver, más grande: ¡OJO! ¡OJO! ¡OJO! Los que me seguís en Twitter (un aplauso desde aquí, valientes que aun os mantenéis incluso a pesar de las mil gilipuarteces) sabéis que Bar y yo mantenemos una relación… complicada. Ella cuelga fotos en Instagram en las que sale con un nivel de dabilidad que se out of charts, yo le digo que está muy buena, ella pasa de mí, yo me cago en los cielos, aparece Karlie Kloss con una foto nueva, le declaro mi amor, en mi cabeza Bar se pone celosa, aparece mi bro sureño @Caleion para decirme que KK es suya, Bar sube otra foto… En fin, el amor, chicos, que es un mundo muy complicado… Todo este tostón para decir que a mí ♥Bartxu♥, porque yo la llamo ♥Bartxu♥, me pone a más no poder. O sea, RRPRRRRÁ elevado a la brutalisima potencia. Así que prometerme una hamburguesa que era “la @BarRefaeli de las hamburguesas” (así, literal, con arroba y todo (mi amigo anónimo, a pesar de su imagen social tan cuidada, también es bastante supnormal, se ríe por lo bajini en el curro mientras juega al #Triviados y tal)) era algo muy a tener en cuenta. Y ahí que fuimos, el trío más mis dos colegas en busca de la hamburguesa BarRefaeliesca. Sin embargo, el destino es caprichoso y no quería que paladease semejante manjar, al menos no sin esperar ¡DOS HORAZAS! hasta que tuviésemos mesa. Pero no pasa nada, nos fuimos a tomar una birra y pista.

No lo decimos nosotros, lo dicen las pancartas... hechas por nosotros.

No lo decimos nosotros, lo dicen las pancartas… hechas por nosotros.

Charlamos, nos pusimos al día, todo guay, y por fin pudimos ir a cenar. Combo de hamburguesa con patatas fritas, aderezadas con romero, que estaba jodidamente bueno, la verdad. En un estado estomacal mucho más adecuado nos fuimos a gozar un poco de la noche londinense. Nos os narraré toda la noche, que bastante peñazo llevo ya. Solo diré que hubo más cervezas (checas, japonesas, españolas (sí, vete a Londres para tomar una puta Estrella Damm (Yo no, ¿eh?)). Ahora que lo leo, que pena que fuesen cervezas y no zorrillas), mariconas que bebían mariconadas, grupos de mujeres que te pueden comer, bares de jevis, más cervezas, uno del Atlético de Madrid que portaba muy orgulloso su camiseta, una amiga suya que tenía un apretoncete (apretoncete, dígase de la que no está mal, pero tampoco es la repanocha. Vamos, que tú le dabas, pero tampoco te ibas a esforzar demasiado por conseguirlo (¡MIS COJONES QUE NO!)) y una vuelta a casa en bus… Por no olvidar la odisea de hinchar el colchoneto teniendo uno de los dos agujeros sin cerrar. ¡NIVEL BROs!

El domingo amaneció poco a poco. Con calma, sin prisas, tranquilamente. Mi Bro y yo teníamos planeado llegar a Wembley sobre las 14:00 hora zulú para ir metiéndonos en el ambientillo, mientras que la Lady, que es un poco pussy, pasaba de esas mierdas y tenía claro que iría directamente al partido. En su defensa diré que… ¡JAJAJAJAJAAJAJ EN SU DEFENSA DIGO, LO LLEVA CLARO! Ejem. Pero antes de todo eso nos fuimos a tomar un brunch. Bueno, bueno, bueno, pensaréis, vaya par de maricones. Pues no. Porque fue un brunch en plan BROs. Guy love, #NotGayAtAll y eso. Nos comimos los huevos, pero nada más. O sea, los huevos de gallina, no el sacrosanto lugar donde nuestro néctar del amor se almacena en forma de grumo. La verdad es que los susodichos huevos estaban muy buenos. Y este comentario tan sacable de contexto me recuerda lo dura que es la vida de los tíos a los que nos gusta el pepino. El pepino hortaliza, el cucumis sativus. No podemos ir diciendo, “pues a mí me encanta el pepino y cuanto más crujiente mejor” porque no, porque a mí me dicen eso y soy el primero en descojonarme, así que imaginaos si lo digo yo. La única vez que hablé con libertad sobre mi amor por los pepinos, la hortaliza, fue con una zagala y ella compartía mi opinión con frases tipo “sí, a mí me encanta el pepino”. No os podéis imaginar lo que me costó contenerme. En fin, además de la calidad culinaria, el sitio estaba lleno de pijas londinenses del barrio de Chelsea, braguetazos en potencia. Lo cual siempre ayuda.

Agüela, ¿A usted como le gustan los huevos?

Agüela, ¿A usted como le gustan los huevos?

Pero bueno, volviendo al partido (Aaaaahhh, que esta entrada va de un partido…), mi Bro y yo nos dirigimos rumbo a Wembley con los nervios previos normales en unos jóvenes y núbiles muchachos como nosotros. En el metro poco a poco íbamos viendo más jerseys y después de la clásica maniobra de “salgo del metro como que no quiere la cosa porque me he colado, pero oh espera, que no, que no nos hemos colado, así que vuelvo a entrar, pero a otro vagón, como que no quiere la cosa de nuevo” a la que llamaremos “the Brows in the tube move”, por fin llegamos a Wembley. La salida de la estación, como siempre, espectacular. Llegamos a las dos en punto y ahí estaban @Jmx_Smoke14 y @dikzaragoza, con sus jerseys de Patriots y Steelers respectivamente, esperándonos. Y por ahí anduvimos, riéndonos de Sánchez y de los que llevaban su dorsal, de los Ponderfull of fat a los que costaba más saltarlos que rodearlos y de ciertos sombreros gomaespumicos de dudoso valor estético.

No quisimos tomar parte en los drills  que había montados, porque tampoco había que humillar a los pobres pánfilos que estaban ahí haciendo el ridículo. Vale que no aciertes en el agujerito, tron, pero colega, ¡qué has lanzado el pase fuera del puto recinto! Me sorprendió ver varios tipos de pruebas que no recordaba de la anterior vez. Pases, kicks y snaps. Y mirásemos donde mirásemos ni uno atinaba. Tras una cervecita a precio de grumo de BROs tranquilamente sentados en un prao, nos separamos de @Jmx_Smoke14 y @dikzaragoza y nos pusimos a pajarear por los aledaños. “Pues yo a esa le daba”, “Ojo a esa patriotilla que le clavaba todo mi mástil”, “¡Ni una sola vaquera a la que domar con mi lazo, BRO!”, “¡Pues en Wisconsin solo hay vacas y gordas, BRO!”… Las clásicas conversaciones de BROs, a ver si os vais a pensar que estamos siempre hablando de cosas cultas…

Metes cuatro filtros y ya eres fotgrafo po'fesional

Metes cuatro filtros y ya eres fotgrafo po’fesional

Ya por fin entramos en Wembley, que sigue siendo una pasada, aunque no alcanza la magnitud del nuevo San Mamés (de Bilbao de toda la vida, pues). Teníamos unos sitios similares a los de la última vez que estuve (El Denver Broncos “@” San Francisco 49ers, con Tim Tebow (¡OJO!) y Troy Smith (¡DOBLE OJO!) a los mandos de las ofensivas). En uno de los fondos, lo más escorados posibles. Disfrutamos del carrerón de Adrian Peterson, un TD de Le’veon Bell (putos nombres de negros) con voltereta incluida, la recepción de Greg Jennings y ese drive final tan de Big Ben que acabó con fumble. Del partido poco voy a decir, pero a mí me encantó. Los que digan que fue una mierda será que han visto mucho football, pero para mí tuvo emoción hasta el final y eso es lo que cuenta. Vamos, ese último drive con Big Ben lanzando pases a diestro y siniestro, con los BROs instándole a gritos para que hiciera el spike más rápido (puede que también le llamáramos puto gordo en el proceso, quien sabe) no me lo quita nadie. En los detalles técnicos no vamos a entrar, que ya sabéis que somos unos inútiles y no tenemos ni idea, pero simplemente nos sorprendió lo cerca de la caja que jugaban los safeties de Pittsburgh, supongo que siempre pendientes de AD.

Por supuesto cumplimos la tradición de llevar pancartas molonguis, que posiblemente ya habréis visto por Twitter. En una de ellas alabábamos las virtudes de Christian Ponder (y no me refiero a su supuesta belleza, según cierto sector femenino) y en la otra hacíamos un llamamiento a la cordura en el podcast de @FootballSpeech. Los que estaban a nuestros alrededores coincidieron en que éramos los mejores del lugar. Que sí. Que lo dijeron. ¡PERO QUE ES VERDAD!. Pero la puta realización no nos enfocó, porque prefería centrarse en garrulos disfrazados de vikingos y putillas dables. Muy injusto todo.

¿Has dicho cereza?

¿Has dicho cereza?

La vuelta a casa fue tranquila, paciente y poco a poco. En el metro un par de aficionados a los Steelers lloraban sus penas, pero se consolaban con que Baltimore apestaba… Mi pobre Bro sufría sin saber lo que hacían sus Cowboys, aunque un afable vejete le había spoileado que al menos un TD habían anotado. Esto me recuerda lo que me sorprendió el número de personas mayores con jerseys, más o menos antiguos, de fútbol americano. Una pasada, vaya. Siempre es bueno que la afición perdure, pero vaya, me chocó ver tanto abuelete en Wembley disfrutando de la jornada.

Por fin llegamos y nuestros temores se hicieron realidad. Queríamos disfrutar del partido de los Cowboys usando mi cuenta de Game Pass, pero mi Bro creía que ese partido lo daban por Sky, por lo que la señal del Game Pass estaría bloqueada… Y así  fue. Así que nada, un stream para ver el final, con toda la desesperación, ira, enfado y mala uva que eso le causó a mi pobre chicovaca preferido… Mientras, Amidala y yo nos reíamos por lo bajini, sin que se diera cuenta para no cabrearle más, y consultábamos nuestras fantasys en busca de la victoria (Que en mi caso llegó, en las dos ligas además).

Para cerrar la noche nos vimos el último capítulo de IT Crowd, tan maravilloso como siempre. Un final muy guay y muy bonico porque además fue una de las primeras series, si no la primera, que me pasó mi Bro allá por los tiempos universitarios… Seguimos un poco el partido entre Patriots y Falcons, pero yo estaba ya para irme a la cama. Gartzo, en cambio, se quedó, que quería ver el finalaco de Breaking Bad en directo. Al final no pudo ser, que no encontró enlaces de calidad.

Y ya el lunes a la mañana pues mariconeamos un poco por Londres, fuimos a la tienda de Nike, hicimos el tonto con los cascos, nos comimos unos pancakes muy sabrosos y para terminar hicimos la paradita obligatoria en Forbidden Planet, donde añadí un par de piezas a mi ya de por sí abultada colección. Cualquier día me echan de casa. No, mis padres no, los miles de cómics que tengo…

Y ya que estamos os cuento también el viaje de vuelta, sin problemas, con una milf argentina, creo, muy dable, otra chavalita de fuera de la UE con un apretón gracioso y una azafata petable que también cogió el autobús desde el aeropuerto. Autobús en el que también iban un Clay Mathews III y un Andrew Luck, por cierto. Yo era el idiota que andaba tuiteando sobre el azafato maricón y riéndose por lo bajini.

Maravilloso fin de semana, como no podía ser de otra manera, en el que vimos jugar a Adrian Peterson, Troy Polamalu, Big Ben y Jared Allen entre otros… Casi nada. ¡Ahora cuando abra un blog llamado “Yo vi jugar a Adrian Peterson” sí que será verdad!

Como la nueva interfaz de WordPress es mierda pura, os quedáis sin video insertado. Pulsad aquí, motherfuckers!

Cool! Cool cool cool!

BROndon Calling y demás mierdas. Primera parte.

Hola a todos. ¡Qué gusto da volver a ser libre!

¡Ah! que a lo mejor no lo sabéis, y apuesto a que encima no nos vais a creer, pero llevamos meses secuestrados por una banda de malos-malísimos y todo por hacer entrevistas tan buenas a jugadores de la NFL. Lo peor de todo es que nos obligaban a usar nuestras cuentas en Twitter de manera normal para no levantar las sospechas de nuestros fanses, y cada cierto tiempo, a prostituirnos por unas decenas de míseros Euros. Lo que no sabían los imbécil es que lo hubiéramos hecho gratis…

football

En fin, que me salgo de madre. Un año más el football llega a Londres y por segunda vez, los BROs coincidíamos en un partido. Han sido 2 años de escaqueo por parte de Nuere pero como las excusas que se inventaba eran tanto o más creíbles que la del secuestro del que os hablaba más arriba, se le perdona.

Vamos a repartir nuestra odisea footballera en dos partes, básicamente porque sabemos como estirar el chicle más de lo necesario sin que el contenido se resienta (tienes mucho que aprender aquí, ¿eh, guionista hideputa de Dexter?).

Desconozco cuantos de vosotros os habéis acercado a la capital inglesa durante el fin de semana pasado, o si lo habéis hecho alguna vez con motivo del International Series, pero estoy seguro de que compartís conmigo la idea de que son unos días en los que Football y Cerveza van de la mano. Olvidaos de las muchachas, al menos de las de sin pagar, porque este fin de semana no entran en la ecuación las pérdidas de tiempo. Inciso aquí y es que podrían entrar si son otras locas del football y tenéis a vuestro BRO cerca, entonces la jugada básica a ejecutar está clara:

686 Pump F-Stop on two.

Estoy haciendo una suposición con tíos más bien feotes para darle realismo al tema. Vosotros, aprobados justicos en el test de la sepsibilidad rodéais a la moza de puntuación 8, uno por cada lado. Hasta aquí, sencillo. Intentad no ir muy pasados de rosca tampoco porque los defensive tackles de su grupo de amigas son infranqueables, incluso tendrán safeties que bajarán a la caja en cuanto deduzcan que vuestra intención no es más que penetrar el gap y correr por el centro.

Que quede claro que esta jugada está pensada para que uno de los dos triunfe, hay muchas más en nuestro PlayBROok que obviamente, no vamos a compartir así por las buenas. Es el momento pues, de que los BROs demuestren su habilidad como jál of feimers del ligoteo y conseguir la W para el elegido esa noche.

El futuro onanista ha de brillar en el Pump F-Stop ya que con ese quiebro/engaño hacia la muchacha en cuestión, ha de hacer creer a la Fea (de ahí la F) que pretende ser él el triunfador y acto seguido realizar el bloqueo de su vida. Todo por un Bro. On Two, HUT! El tempo lo podéis marcar como queráis pero cantar audibles a grito pelao’ en un bar tiene su punto… y si lo hacéis tan pronto como en un par de segundos tenéis menos probabilidad de que os vean haciendo el canelo y se vayan del bar.

Tras este BROnsejo gratuito estamos ya metidos en ambiente y es que el jueves me dediqué a charlar de football entre cervezas con varios amiguetes de Twitter. Todo rabos amigos, porque como ya he dicho, si no hay chicas footballeras está prohibido; para hacer el ridículo ya tenemos los fines de semana del resto del año. Así pues @Jmx_Smoke14 y @diegoserranoNFL tuvieron a bien quedar con el esquizofrénico que escribe estas líneas, haciéndolo además delante de la placica del Big Ben, para que se viera quien llegaba tarde y humillar a patadas en los huevos al tardón.

Y allí a la que estoy llegando bajo la estatua de Nelson Mandela (colegui del insti) vislumbro una figura solitaria, impaciente y apesadumbrada puesto que su intención no era otra sino la de volver obnubilado tras contemplar las maravillas que el Imperial War Museum tiene para ofrecer. Esfuerzo baladí para el amigo maño ya que los astutos y cabrones ingleses habían recortado muchas de las salas con la excusa de la restauración. Todos sabemos que lo que no querían era verse invadidos.

Cordiales saludos por ambas partes, apreciaciones de la grandísima camiseta que llevaba el señorito Josemix, no otra sino la de los Raiders… pero no los Raiders que vosotros pensáis, sino una con claros tintes Battlestar Galactica. Un win absoluto. Tuve que pararle los pies un poco ya que aún nos faltaba la compañía del Giant, que están por todas partes, y una vez estando todos y habiendo resuelto nuestras diferencias a hostia limpia procedimos a curar nuestras heridas de la única manera que sabemos: bebiendo. Hermanamiento Giant-Cowboy… lo que no consiga el alcohol…

La ruta triunfal de @diegoserranoNFL

Una vez en el pub que había elegido, cerquita de Trafalgar y en palabras de mis acompañantes “con las camareras más feas de todo Londres” nos pusimos al lío de presentarnos tal y como es debido. Y entre temas de football, culos y tetas y lanzando hipótesis sobre el tamaño de miembro que debía gastar una de las camareras echamos la tarde-noche. Momento cumbre fue aquel en el que teníamos un grupo de muchachas (no footballeras) que nos miraban con deseo y el azar quiso que coincidieran sus miradas furtivas con mi frase: “Pues a lo de hacer así BRRRRRRR en las tetas he sabido que se llama «Motor Boating the tits».

Todo esto acompañándolo de gestos bastante explícitos. Cuando cesaron nuestras estúpidas risas descubrimos que para más inri, era un grupo de chicas españolas. Más risas, total, ya no nos las íbamos a follar…

A una hora prudente y tras unas cuantas pintas de cerveza encima decidimos que cada uno se fuera por su lado, les acompañé al metro y les di las direcciones básicas para volver a sus hoteles. No estoy seguro si uno de los dos se dio la vuelta tras despistarme y volvió a por la azafata del rabaco, pero doy fe que la cantidad de viajes al baño que se pegó Diego llegó a resultar sospechoso. Sí, por mucho que la camarer@ siempre me sirviera a mi y yo hubiera ido como dos veces más al baño que mis amigotes. Todo legal.

Al día siguiente, ya viernes, estaba en casa sin mucho que hacer y recibí una llamada que estaré muy lejos de olvidar en mi vida, sobretodo por lo que vino después. El caso es que me llamó mi amigo Carlos, gran fan del football y sobre todo de College (se pirra por UT), que trabaja para un periódico de aquí de Londres. Os diré sin querer enrollarme demasiado que este año consiguió la acreditación de prensa para cubrir el partido y el segundo día le sobró una de las acreditaciones y se acordó de mí.

Resultado: en menos de una hora estaba en el campo en el que los Pittsburgh Steelers iban a entrenar y… fue espectacular. Creo que lo mejor que puedo hacer es enlazaos el artículo que escribió para su periódico en el que explica perfectamente lo que vivimos, incluyendo el saludar y dar la mano a varios de los jugadores. Os dejo el link aquí, en el que además tenéis las fotos disponibles más abajo. Estaré eternamente agradecido. Gracias una vez más, Carlos.

A partir de este punto muy poco puedo contar, creo que nada lo supera… bueno como anécdota no escrita está el que al abandonar todos los jugadores el lugar vi una caja llena de Gatorades y no pude resistirme a pillar uno. No era una maravilla pero salió la vena hispana: si es gratis sabe el doble de bueno. Esto es así. La noche la pasé precisamente con un fan acerero, en la que no paré de narrarle nuestra experiencia.

Regent StreetEl sábado se puso en marcha el fan rally que generalmente ayuda a los fans del football a meterse en el lío, ver a los jugadores de cerca, probarte como jugador y esas mierdas que tanto nos gustan.

Como novedad este año cerraron Regent Street para cubrirlo de parafernalia NFL y personalmente creo que deberían de seguir así en los años venideros. Los años anteriores ha sido en Trafalgar Square y aunque espectacular, el espacio se reduce muchísimo. Por esa parte Carlos y yo, que volvimos a coincidir, quedamos bastante satisfechos; se veía el ir y venir de la gente y era entretenido.

He de decir que quedamos muy tarde y tras darnos un paseo por la NikeTown para ver lo que había llegó el momento de decir adiós que llegaba mi BRO. Tenía que ir a recogerle a la estación del metro y petar el fin de semana, pero, mira… mejor dejaré que os lo cuente él. Yo me despido de momento, nos leemos pronto. Agur!

24 Minnesota Vikings @ Green Bay Packers 28

Como los Packers no han jugado esta semana, es hora de ponernos al día con sus múltiples partidos. Admito las pedradas por la tardanza, pero hoygan, señores, ¡qué llevar un blog es duro!

¿fan?

Que no os engañe. Sus amigos la soportan porque está tó güenorra.

Lo mejor de todo es que, sin darme cuenta, es un momento ideal para analizar el Vikings @ Packers. Esta semana se juega la revancha, en Minnesota. A ver como van las cosas.

Antes y durante este partido, se habló muchísimo de la anterior visita de Brett Favre a la que había sido su casa durante tanto tiempo. Al fin y al cabo, con ese encuentro Brett se convirtió en el único jugador en ganar a todos los equipos de la NFL. También compararon algunas estadísticas sobre el estado de los dos quarterbacks respecto a la pasada temporada. La caída de Favre es más que evidente, pero Aaron Rodgers sigue por buen nivel, a pesar de que lleva ya más interceptaciones que el año pasado.

Aaron Rodgers y Brett Favre

¡Ale abuelo, al asilo!

Uno de los principales motivos por el que los Vikings se hicieron con la victoria fue su magnifico pass-rush. Jared Allen, defensive end, logró en dos partidos la monstruosa cifra de 7 de los 14 sacks que Rodgers sufrió. Con la línea ofensiva tan porosa que tenían los Packs, al pobre Aaron le dieron hasta en el carnet de identidad. Pero este año fue al contrario. La debilitada defensa de los Vikings no encontró la manera de llegar hasta Rodgers. Mientras que una y otra vez, Clay Matthews III atosigaba a Favre, forzándole a tirar incomodo. Favre solo sufrió un sack, que no fue obra de Matthews, pero como digo, la presión fue continua, y para mí, esa fue una de las claves del partido.

Pero no fue solo la presión sobre el QB lo que condicionó el partido. Las perdidas y las decisiones arbitrales fueron otra de los puntos más determinantes. Aaron Rodgers rompió su récord de 173 pases seguidos en la zona roja sin interceptación. Y la verdad es que más que interceptación, lo que fue es un pase como dios manda a Jared Allen. Pero es que con todas las de la ley. Error muy tonto el del quarterback de California. La segunda no fue tan notas, pero son errores que uno no se espera de un QB de calidad de Rodgers. Favre, por su parte, siguió con su particular racha, y lanzó 3 interceptaciones. Y la verdad es que todas estas perdidas parecen ser debidas a errores de coordinación con sus receptores. Cosas que todos sabemos donde se solucionan.

 

Aaron Rodgers

Casi casi así fue el pase a Allen

Con estas dos perdidas en la primera parte, los Packers se encontraban por debajo en el marcador, 17-14. Ningún equipo dominaba claramente, pero lo cierto es que había dos hombres de los Vikes que estaban haciendo mucho daño a los locales. El primero es Adrian Peterson. Ay, Adrian, Adrian. Como me enamoraste la pasada temporada, con fumbles y todo. Solo de imaginarme un running back de tu calidad en Green Bay mojo mis calzoncillos de Spiderman. Como avanza el jodido. Como arrastra a los defensas, incapaces de pararle. Una barbaridad, desde luego. 28 carreras para 131 yardas y un touchdown. Que mala bestia. Si Ryan Grant no tenía nada que hacer a tu lado, el pobre Brandon Jackson… Que ojo, el chaval está cumpliendo, pero pfffff. El segundo fue Percy Harvin. El wide receiver está camino de convertirse en el hombre multiusos. Ya sabemos que recibe como los ángeles y que sus retornos dan unas posiciones inmejorables a la ofensiva, si es que no terminan en TD, pero es que ahora también le están utilizando en jugadas de carrera. Situándole en un extremo, le mueven al backfield y desde ahí sorprende a la defensa. Como hizo con los pobres chicos de Wisconsin, anotándoles el primer TD.

Adrian Peterson

Solo con la mirada ya para a los rivales

La segunda mitad ya fue otro cantar. Aaron se puso las pilas y comando a sus chicos de manera impecable. El pase de 14 yardas a Greg Jennings abrió el camino que siguió Desmond Bishop, linebacker, anotando tras interceptar a Favre. Antes de eso, en el segundo cuarto, Rodgers había pasado a Andrew Quareless para anotar. Creo que el TE novato merece una mención especial. Con sus 1,93 metros de altura debería dar un paso al frente y convertirse en el sustituto del lesionado Jermichael Finley. Es un papelón, no hay duda, y de momento el joven newyorkino está combinando grandes actuaciones con otras más discretas, pero yo creo que puede dar la talla. Muchos piensan que el TD que anotó no debió subir al marcador, ya que al caer parecía que su espalda estaba fuera, pero nada, ahí sigue.

Volviendo al final del partido, los Vikings tuvieron la oportunidad de ganarlo en el último drive. Iban avanzando poco a poco, agotando el reloj, tratando de recortar esa distancia de 4 puntos. Un field goal no les valía, y eso lo sabía la defensa, que cuando tuvo que apretar los machos se portó como los hombres y fue capaz de parar los 4 intentos de Minnesota. Cierto es que las penalizaciones ayudaron, ya que en la ultima jugada, se encontraban con un 1st & 30 muy difícil de superar. A pesar de todo, he de reconocer que cuando vi a Peterson avanzar las 15 yardas me acojone un poquito.

Mencionaba que las decisiones arbitrales condicionaron el partido. La verdad es que hubo un par de cositas que favorecieron a los Packers, y como caballeros que somos, todo hay que admitirlo.

Brad Jones

Trampas para oso al estilo Packer

La primera fue un challenge que pidió Mike McCarthy tras un TD de Vishanthe Shiancoe. La recepción fue bastante espectacular, cogiendo el ovoide al vuelo. Desgraciadamente para los Vikes, los árbitros decidieron que el TE no tenía la posesión total del balón, y que al caer se había ayudado de el suelo. La furia de Childress en los banquillos era curiosa. Y es que me cuesta imaginar que un TE profesional no tuviera el balón controlado en esa jugada, la verdad.

Otra de las jugadas polémicas vino en la primera interceptación de Favre. Tratando de huir de la presión, lanzó a la virulé y su pase fue atrapado por la defensa de Green Bay. La cuestión es que Brad Jones, LB, había cometido una penalización, al agarrar a Favre por el tobillo, desde el suelo. Esta acción está penalizada, si no recuerdo mal, desde la grave lesión de Tom Brady al inicio de la temporada 2008. Por si fuera poco, el golpe dejó malherido el ya de por sí maltrecho tobillo de Brett. La jugada debía haber sido revocada.

Por último, estuvo la revisión y anulación del TD de Harvin que habría supuesto la victoria de los Vikings. Pero en este caso no se pueden quejar, ya que Harvin pisa claramente fuera al recibir. Eso sí, los huevillos de corbata los tenía, todo sea dicho de paso.

Con eso se terminó la “maldición” de que Rodgers no había ganado a su predecesor. Un poco bastante tontería, la verdad, pero cosas que se comentan. Los Packers salieron muy reforzados de este encuentro.

Win-win

Win-win es un término muy utilizado en la jerga empresarial. Se utiliza para referirse a transacción entre dos partes, en la que ambas salen ganando. Si tú tienes muchos pepinos, pero te faltan tomates, y yo tengo muchos tomates, pero ni un solo pepino, el cambio de 5 tomates por 5 pepinos es un win-win. Los dos salimos ganando.

Poco a poco esta expresión ha ido extendiéndose en los diferentes ambientes, relacionada sobre todo con los negocios, los trueques y los cambios en general. La ocasión que nos trata es, en mi opinión, un claro ejemplo de win-win deportivo. Creo que todos sabemos que me refiero al traspaso de Randy Moss a los Minnesota Vikings, comidilla de la semana, y seguramente todos los blogs de Doble Cobertura (bueno, y de fútbol americano en general) lo vamos a tratar en mayor o menos medida. No todos estamos de acuerdo en que ambos salgan ganado, claroestá, pero como los culos, todos tenemos opiniones.

 

Eran otros tiempos...

 

¿Y por qué pienso que esta transacción es beneficiaria para ambos equipos? Bueno, antes analicemos un poco las partes implicadas.

Los Minnesota Vikings se presentaban en la temporada 2010/2011 como un serio candidato a la Superbowl. Todos vimos como cayeron ante los Saints en la final de la NFC. Yo creo que ambos equipos se merecían pasar y que fueron algunos fallos (muy estupidos, cierto es) los que condenaron a los Vikes. Su ataque estaba siendo demoledor. Cuentan con el, para mi, mejor running back de la actualidad. Su QB, abuelo, literal, de la NFL, se sentía rejuvenecido, y a pesar de sus locuras, era capaz de comandar un increíble ataque aéreo. Para ello estaba apoyado por Sidney Rice, rápido, alto y con manos seguras, perfecto para las rutas largas; Percy Harvin, más bajito, rápido y escurridizo, ideal para pases cortos y además un gran returner y Visanthe Shiancoe, TE, fuerte y poderoso en los bloqueos y seguro en las recepciones. Por si fuera poco, la línea ofensiva protegía a las mil maravillas a Favre, dándole tiempo para pasar. ¿Qué más podía pedir este ataque?

Que le respetaran las lesiones, algo que, desafortunadamente, no pasó. A Favre le dieron más palos en la final de la NFC que al Homer Simpson boxeador. Su tobillo hizo crack viéndose obligado a operarse, poniendo así en duda (una vez más) su regreso a la NFL. Volvió, pero sin training camp y algo tocado. Sidney Rice, sufrió una lesión de cadera en ese mismo partido (¿los Saints duros? ¡No, que va!), pero trató de no operarse. Mala decisión. Semanas antes de empezar, recayó de la lesión y se tuvo que operar, perdiéndose la primera mitad de la temporada. Harvin, por su parte, no pudo solucionar sus dolorosas migrañas. Lo de las migrañas puede parecer una tontería, un dolorcillo de cabeza na’más, pero este dolor crónico puede suponer una autentica tortura. Cuando les da por aparecer, al implicado solo le queda tirarse en la cama con la luz apagada, un intenso silencio y rezar por que pase cuanto antes.

 

- Se van a pelear. - ¿Quienes? - pfppfrpfprfpffttt

 

Así que los Vikes iniciaron la temporada con derrotas en los dos primeros partidos, con Favre más perdido que Adán el día de la madre, un cuerpo de receptores muy mermado y Peterson convertido en el único bastión del ataque. Y se pusieron  picotear en el mercado, en busca de wide receivers.

Los New England Patriots, por su parte, iniciaban una ilusionante campaña. Tom Brady, su quarterback estrella, realizó un fantástico año a su regreso de una gravísima lesión. Julian Edelman se apareció como el perfecto sustituto de Wes Welker, en caso de que no pudiera recuperarse. El pequeño receiver de los Pats se lesionó de gravedad durante el último partido de la temporada regular de 2009/2010. Se esperaba que pudiera volver este año, pero no se ponía una fecha exacta. Incluso surgieron rumores de que la recuperación iba peor de lo que pensaban y no podría volver. Pero volvió, y como. Además, los tight ends novatos Rob Gronkowski y Aaron Hernandez, fichados en el draft, asombraron con los partidos de pretemporada. Por si fuera poco, contaban con Randy Moss, futuro Hall of Fame, algo mayor, pero siempre seguro en las rutas largas. En el apartado terrestre fallaban algo más. Laurence Marooney nunca ha sido un corredor fiable y tanto Kevin Faulk como Fred Taylor son propensos a lesionarse.

Y aún así comenzaron apabullando, machacando a los Bengals, con un ataque demoledor y un Welker recuperado. Todos estaban felices en Boston, hasta que Moss abrió la boquita. ¿Por qué todos los WR serán tan bocas? “No estoy feliz”, “no me siento valorado”, “la directiva tal”, “el staff técnico cual”, “busco una salida”, etc, etc..

 

¡Pero no la lies así, alma de cantaro!

 

No se le hizo mucho caso, terminaba contrato a final de año, pero se pensaba que no habría problema. Pero ya ves tú que cosas. En la cuarta semana, contra los Miami Dolphins, no recibió ni un solo pase. Bueno, recibir sí, pero no lo cogió, lo que le llevó a una monumental bronca con el entrenador de QB. Puede que éste fuera el detónate de la decisión de traspasarle. Puede que fuera ligeramente forzado por Bill Belichick, Head Coach y amo de la barraca de los Pats. Quien sabe. La cuestión es que esta semana comenzaron los rumores de traspaso.

Y el miércoles, sin previo aviso, pam, Randy Moss a los Vikings, por una tercera ronda en el draft de 2011 y una séptima en el de 2012. ¿Win-win? ¿Muy poco por un receptor de esa calidad? ¿El timo de la estampita?

Los Vikings ganan un receptor para ahora, para este año, que pueda servir a Favre como objetivo de sus pases. Es cortoplacismo elevado a la enésima potencia, pero cuando tu QB va a cumplir 41 años, ¿qué quieres? Da la impresión de que se olvidan del siguiente año, quitándose esa elección y que están apostándolo todo para este año, para llegar a la Superbowl ya y ganarla, por fin. Porque los Vikings no han ganado la deseada todavía. Sí un campeonato de la NFL, de los antiguos, pero no la gran SB.

 

 

Cosas que NO van a pasar en un futuro cercano, Vol. I

 

Los Patriots ganan una elección de tercera elección del draft del año que viene (y dan a los Vikings una elección de septima del 2012), quedándose con, ¡al loro!, dos selecciones en cada una de las 4 primeras rondas. Pueden liarla petarda. Pierden a su receptor más profundo, pero, ¿acaso eso les importa? ¿Les es necesario un Randy Moss? Brandon Tate, wide receiver, está cumpliendo y ya hemos mencionado la cantidad de objetivos que tiene Brady a su disposición. Serán rutas cortas, rutas seguras, nada de pases largos pero, ¿y qué? Pueden sobrevivir sin ello. Además, tras las bajas de Marooney (a los Broncos) y Faulk (lesionado), BenJarvus Green-Ellis ha surgido como un meteoro, realizando grandes partidos.

Así pues, ahora mismo, ¿quien sale perdiendo? Yo creo que incluso los Pats salen ligeramente más beneficiados, y es que la decisión de los Vikings me parece pan para hoy y hambre para mañana, pero no es algo nuevo para los de Minnesota…


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